Todos hemos conocido personas que siempre están tras una meta; ésta pude ser pequeña o grande, pero meta al fin y al cabo, así como puede darse en diferentes ámbitos de la vida, sea deportivo, académico, laboral o incluso social.
Vista como una competencia necesaria en el mundo laboral, la pasión por las metas puede ser entendida como una preocupación constante por encontrar mejores formas de hacer el trabajo y sobrepasar estándares de excelencia o calidad. En el deporte, es la pasión por las marcas.
Las personas que sienten pasión por las metas tienen algunas características especiales, como el interés por realizar correctamente su trabajo o su entrenamiento, empleando los mejores métodos para alcanzar los objetivos y luego medir los resultados.
Estas metas son autoimpuestas, porque para sentir pasión por las metas es necesario que la motivación sea interna, y no generada desde afuera. Gran parte de la vida de estas personas está centrada en las metas. En el caso de los deportistas, están dispuestos a entrenar más, a realizar nuevos esfuerzos, están también dispuestos a probar nuevas formas que les permitan conseguir un mejor resultado o una mejor marca.
Todo esto va produciendo también, en forma secundaria, que se especialicen cada vez más en lo que hacen y lleguen a ser a veces verdaderos expertos en su tema, aunque ése no sea necesariamente de su ámbito profesional.
El no cumplimiento de las metas por otra parte, suele ir acompañado de una fuerte frustración, que incluso puede tener ribetes depresivos. Y eso es comprensible, dado que se ha invertido tanto esfuerzo, tiempo y recursos por el logro de la ansiada meta, que el fracaso constituye un golpe bastante fuerte y nada de fácil de asimilar.
Es frecuente también que quienes sienten pasión por las metas no se limiten solamente a una meta específica, pues después haberla logrado, normalmente vuelven a ponerse otra meta, y más elevada que la anterior.
Nuevamente les demandará grandes inversiones de energía. Es como el cuento de "nunca acabar". La pasión por las metas entonces, parece conllevar una fuerte dosis de adrenalina, que estimula a la persona.
Pueden ser varias las causas que generen pasión por las metas. Una de ellas parece ser el gusto por la adrenalina, recién mencionado. Pero otras pueden ser también mucho más prosaicas, y esconder debilidades o carencias psicológicas. En este caso la pasión por las metas es un mecanismo psicológico de compensación. Así por ejemplo, una baja autoestima puede impulsar a una persona a tener metas tras metas, porque necesita probarle al mundo su propia valía, a través de los logros. O bien pueden ser un reflejo de alguna situación traumática infantil, que llevó a esa persona a estructurar una personalidad individualista y altamente competitiva.
Como sea, para quienes sienten pasión por las metas, esto termina siendo una forma de vida. Y una forma de vida que conlleva una dosis elevada de estrés, que no cualquiera puede resistir. HBC
Vista como una competencia necesaria en el mundo laboral, la pasión por las metas puede ser entendida como una preocupación constante por encontrar mejores formas de hacer el trabajo y sobrepasar estándares de excelencia o calidad. En el deporte, es la pasión por las marcas.
Las personas que sienten pasión por las metas tienen algunas características especiales, como el interés por realizar correctamente su trabajo o su entrenamiento, empleando los mejores métodos para alcanzar los objetivos y luego medir los resultados.
Estas metas son autoimpuestas, porque para sentir pasión por las metas es necesario que la motivación sea interna, y no generada desde afuera. Gran parte de la vida de estas personas está centrada en las metas. En el caso de los deportistas, están dispuestos a entrenar más, a realizar nuevos esfuerzos, están también dispuestos a probar nuevas formas que les permitan conseguir un mejor resultado o una mejor marca.
Todo esto va produciendo también, en forma secundaria, que se especialicen cada vez más en lo que hacen y lleguen a ser a veces verdaderos expertos en su tema, aunque ése no sea necesariamente de su ámbito profesional.
El no cumplimiento de las metas por otra parte, suele ir acompañado de una fuerte frustración, que incluso puede tener ribetes depresivos. Y eso es comprensible, dado que se ha invertido tanto esfuerzo, tiempo y recursos por el logro de la ansiada meta, que el fracaso constituye un golpe bastante fuerte y nada de fácil de asimilar.
Es frecuente también que quienes sienten pasión por las metas no se limiten solamente a una meta específica, pues después haberla logrado, normalmente vuelven a ponerse otra meta, y más elevada que la anterior.
Nuevamente les demandará grandes inversiones de energía. Es como el cuento de "nunca acabar". La pasión por las metas entonces, parece conllevar una fuerte dosis de adrenalina, que estimula a la persona.
Pueden ser varias las causas que generen pasión por las metas. Una de ellas parece ser el gusto por la adrenalina, recién mencionado. Pero otras pueden ser también mucho más prosaicas, y esconder debilidades o carencias psicológicas. En este caso la pasión por las metas es un mecanismo psicológico de compensación. Así por ejemplo, una baja autoestima puede impulsar a una persona a tener metas tras metas, porque necesita probarle al mundo su propia valía, a través de los logros. O bien pueden ser un reflejo de alguna situación traumática infantil, que llevó a esa persona a estructurar una personalidad individualista y altamente competitiva.
Como sea, para quienes sienten pasión por las metas, esto termina siendo una forma de vida. Y una forma de vida que conlleva una dosis elevada de estrés, que no cualquiera puede resistir. HBC
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