29 feb 2008

PERFIL Y VALORES DEL EMPRENDEDOR JAPONES

Carlos Kasuga Osaka es hijo de inmigrantes japoneses llegados a México. Ha liderado con éxito grandes compañías mejicanas, aplicando el modelo y la filosofía japonesa. Además de su trabajo y varios cargos honoríficos que desempeña, es invitado frecuentemente a otros países, especialmente de habla hispana, a dar conferencias sobre gerenciamiento; estuvo incluso en Chile en Noviembre del año pasado, invitado por la U. de Chile.
El modelo que plantea para el éxito de los emprendedores es que deben tener cuatro actitudes o rasgos para montar un negocio y tener éxito. Estas actitudes son “el bien ser”, “el bien hacer”, “el bien estar”, y “el bien tener”.
El "bien ser" consiste en ser honesto, puntual y disciplinado, veraz. Por ejemplo si se encuentra algo botado –dice él- de alguien tiene que ser. No hay que dejárselo para uno, sino entregarlo. En esto está fuertemente involucrado el respeto. El “bien ser” es tener valores sólidos, superiores a las contingencias del momento, y una ética fuerte y bien internalizada. La forma en que reclutó a sus empleados es el mejor ejemplo: les daba dinero de más para comprar algo. Muchos no volvían para quedarse con el vuelto, pero los que cumplieron los ingresó a su empresa y hoy en día son sus mejores ejecutivos.
El “bien hacer” consiste básicamente en hacer bien lo que hay que hacer. Podemos identificarlo con una actitud profesional hacia el trabajo. Desde la tarea más modesta hasta la más importante, todo debe hacerse bien. Así, el personal de aseo, la secretaria y el ejecutivo, deben hacer bien su tarea, mostrando esmero y preocupación. Incluso si la persona estudia, también esta actividad debe hacerla bien.
El “bien estar” tiene que ver con cosas que para nosotros los occidentales son impensables. Por ejemplo a través de una actitud de respeto y cooperación con la naturaleza, una actitud religiosa y una actitud positiva hacia la vida. La actitud correcta ante la naturaleza consiste en agradecer y tener un sentido profundo de la reciprocidad. Para él plantar un árbol no es sólo un decir, sino algo que debe hacerse cada vez que se comienza algo importante; es una forma de agradecerle a la naturaleza el regalo: cuando nace un hijo, cuando se comienza el negocio, etc. La actitud religiosa se refleja en la valoración que le damos al dar y al recibir; por ejemplo en Japón las huelgas son al revés que en Chile, pues durante un “paro”, lo que hacen los trabajadores es producir más. La actitud religiosa es ofrecer, al revés que la nuestra, que es siempre pedir, pedir y pedir. Y por último, la actitud ante la vida misma, que debe caracterizarse por entregar algo valioso: trabajo, esfuerzo, escuchar y apoyar a un amigo, confiar en la gente empezando por los hijos, etc. Con estas tres actitudes se llega al “bien tener”.
Como se desprende de lo anterior, el “bien tener” es la consecuencia de muchos años de vida. En América, quienes montan una empresa ya quieren ser ricos a los dos años, cambiándose de casa, con un gran auto, TV, viajes, etc. Para Kasuga esto es opuesto a toda lógica. Las utilidades deben ser reinvertidas los primeros años –sin tocarlas- hasta que el negocio esté consolidado, y por lo tanto el emprendedor debe continuar con una vida modesta mientras tanto.
El pensamiento empresarial de Kasuga es indudablemente más maduro y profundo que el nuestro, y su trayectoria es una buena prueba de que es posible llevarlo a la práctica. Además de ser una buena fórmula para el éxito, es una forma de vivir diferente, en plena concordancia con la naturaleza y con lo espiritual. Si fuéramos capaces de seguir sus sugerencias, con toda seguridad –termina afirmando él- América Latina estaría en una posición económica y empresarial de total liderazgo en el mundo, dado que el talento está en la gente.

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