15 abr 2008

GESTIÓN DEL CAMBIO

Se ha dicho que lo único permanente y estable en el mundo es el cambio. Por más que parezca una paradoja, parece muy cierto. Todo cambia, nada permanece igual; el mundo cambia, Iquique ha cambiado y sigue cambiando, y las empresas y las personas también. Y esto exige adaptación.
El cambio crea siempre algún tipo de temor. Esto es lo que los psicólogos llaman "resistencia al cambio", que en mayor o menor medida se da en todas las personas y en los grupos sociales. Las personas de tendencia más formal y tradicionalista son quienes tienen más resistencia al cambio presentan. También las personas mayores son más renuentes al cambio que las más jóvenes, pero todos por igual presentan algún grado de resistencia cuando se introducen cambios en su mundo habitual.
Sin embargo es innegable que el cambio es necesario. Basta con imaginar a una persona que continuara siendo igual a los 20, 30, 40 y 50 años, para darnos cuenta de que esa persona no tendría ninguna evolución. Y lo mismo puede aplicarse a las organizaciones de todo tipo. Si no se adaptan, tarde o temprano mueren. Imaginemos solamente una empresa que no hubiera incorporado la computación a su gestión; se trataría de una empresa retrógrada, que estaría a punto sucumbir.
Sin embargo, hablar del cambio es fácil, y todos vamos a estar de acuerdo en los ejemplos que hemos citado. Pero vivir el cambio es diferente, porque involucra los hábitos, las actitudes e incluso los condicionamientos emocionales. Es ahí cuando aparece la reticencia al cambio, y que en el caso de las empresas puede tener consecuencias dramáticas si no se programa bien.
Es para minimizar estos efectos adversos y la propia resistencia que trae el cambio, que una organización debe planificar la forma en que introducirá cambios. Esto se llama administrar o gestionar el cambio, y es muy necesario, de modo que el cambio sea aceptado, y luego quede como un nuevo elemento cultural que sea parte integrante de la nueva gestión.
Aún cambios mínimos deberían ser siempre avisados con anticipación. Un papel muy importante para gestionar el cambio lo tienen los jefes máximos de una empresa. Si ellos no están de acuerdo, y no muestran el compromiso con las innovaciones, difícilmente el cambio va a prosperar; incluso los empleados pueden boicotearlo, consciente o inconscientemente. Por eso es importante que sean ellos quienes lideren el cambio.
Una vez que la propia gerencia está convencida del cambio, las cosas se hacen más fáciles. Su misión es actuar como facilitador del cambio, comprendiendo y alertando al grupo sobre la importancia y necesidad de cambiar para lograr mejor la misión y visión de la organización, y lograr alinearlas con las estrategias que deben utilizarse. En la gestión del cambio deben preverse las resistencias que se generarán, y a base de esto, proponer las acciones que mejor faciliten su aceptación.
Naturalmente, debe entenderse que un cambio debe llevarse a cabo donde hay una deficiencia o donde algún sistema o procedimiento puede mejorarse; tampoco es la idea cambiar por cambiar, como a veces ocurre en algunas empresas, que han confundido las cosas, y establecen cambios sin necesidades reales. Lo cierto es que la vida es cambio, que el cambio hay que aceptarlo o nos exponemos a estancarnos, en todo sentido, pero que es necesario prepararlo y administrarlo.

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