En una conocida revista del “management”, aparece una entrevista a Peter Drucker, quizás el mayor gurú de este último tiempo en esta área. En un artículo muy lúcido, y recapitulando sobre su vasta experiencia como consultor, planteó que hay ocho factores o prácticas fundamentales que hacen que un ejecutivo sea eficaz.
El primero de ellos es que se haga la pregunta de “qué debe hacerse”. Y es muy explícito en señalar que no es preguntarse lo que se quiere hacer, sino lo que se debe hacer. Esto puede significar incluso postergar ideas anteriores. Con esta pregunta, puede surgir además toda una serie de nuevas perspectivas y prioridades.
Lo segundo que debe hacer un ejecutivo eficaz es preguntarse ¿Qué le conviene a la empresa? En este aspecto, el ejecutivo eficaz valora o pone por sobre los dueños a la empresa misma, con un razonamiento muy lógico: si lo que se hace le conviene a los dueños, los accionistas u otro agente, pero no a la empresa, más temprano que tarde la empresa tendrá problemas. Como tercer punto Drucker señala que los ejecutivos eficaces desarrollan planes de acción. Este plan de acción debe ser flexible, es decir ser más bien un conjunto de intenciones que un compromiso rígido. Se debe estar dispuesto a revisarlo y hacerle cuantos ajustes sean necesarios, considerando los rápidos cambios actuales. Una vez hecho el plan estratégico, debe revisarse cada cierto tiempo.
Como cuarto punto el gurú señala que un ejecutivo eficaz asume plenamente la responsabilidad de sus decisiones, es decir actúa en consecuencia. Sin embargo las decisiones deben ser sopesadas y además cumplir con algunos requisitos, como ser revisadas, establecer plazos, determinar quién tendrá a cargo la puesta en marcha de lo que corresponda, qué áreas de la empresa se verán afectadas, etc., y además darle la debida importancia a las decisiones que se tomen en otros niveles jerárquicos inferiores.
El quinto punto es asumir la responsabilidad de comunicar. El ejecutivo eficaz debe asegurarse que sus planes estratégicos sean comprendidos, y para ello es de suma importancia que los comparta, no solamente con sus pares, sino también con empleados de menor nivel jerárquico. Además, es muy necesario solicitarle a esos colaboradores opiniones y comentarios. El sexto punto es que los ejecutivos se centren más en las oportunidades que en los problemas. En este sentido plantea que no pueden descuidarse los problemas, pues ponerles atención logra prevenir algún tipo de daño a la empresa; pero son las oportunidades las que dan frutos y permiten nuevos y mejores negocios. Esto va desde luego muy ligado a tener una actitud positiva frente a los cambios.
El séptimo descubrimiento es que los ejecutivos eficaces son capaces de realizar reuniones altamente productivas. Esto es imprescindible, ya que los ejecutivos ocupan al menos la mitad de la jornada de trabajo en reuniones. Una reunión eficaz tiene un formato especial, que incluye desde cómo dirigirla, hasta cómo hacer el seguimiento de los acuerdos. Finalmente, como octavo factor, que casi parece risible, Drucker descubrió que los ejecutivos eficaces pensaban y decían “nosotros” en vez de “yo”. Esto implica varias cosas, como un compromiso fuerte con la organización, así como la capacidad de involucrar a otros.
Como corolario, el gurú termina diciendo que además de estas ocho prácticas, habría una última, y que es “escuche primero y hable después”. Lo cual constituye por lo demás la piedra angular de la comunicación.
El primero de ellos es que se haga la pregunta de “qué debe hacerse”. Y es muy explícito en señalar que no es preguntarse lo que se quiere hacer, sino lo que se debe hacer. Esto puede significar incluso postergar ideas anteriores. Con esta pregunta, puede surgir además toda una serie de nuevas perspectivas y prioridades.
Lo segundo que debe hacer un ejecutivo eficaz es preguntarse ¿Qué le conviene a la empresa? En este aspecto, el ejecutivo eficaz valora o pone por sobre los dueños a la empresa misma, con un razonamiento muy lógico: si lo que se hace le conviene a los dueños, los accionistas u otro agente, pero no a la empresa, más temprano que tarde la empresa tendrá problemas. Como tercer punto Drucker señala que los ejecutivos eficaces desarrollan planes de acción. Este plan de acción debe ser flexible, es decir ser más bien un conjunto de intenciones que un compromiso rígido. Se debe estar dispuesto a revisarlo y hacerle cuantos ajustes sean necesarios, considerando los rápidos cambios actuales. Una vez hecho el plan estratégico, debe revisarse cada cierto tiempo.
Como cuarto punto el gurú señala que un ejecutivo eficaz asume plenamente la responsabilidad de sus decisiones, es decir actúa en consecuencia. Sin embargo las decisiones deben ser sopesadas y además cumplir con algunos requisitos, como ser revisadas, establecer plazos, determinar quién tendrá a cargo la puesta en marcha de lo que corresponda, qué áreas de la empresa se verán afectadas, etc., y además darle la debida importancia a las decisiones que se tomen en otros niveles jerárquicos inferiores.
El quinto punto es asumir la responsabilidad de comunicar. El ejecutivo eficaz debe asegurarse que sus planes estratégicos sean comprendidos, y para ello es de suma importancia que los comparta, no solamente con sus pares, sino también con empleados de menor nivel jerárquico. Además, es muy necesario solicitarle a esos colaboradores opiniones y comentarios. El sexto punto es que los ejecutivos se centren más en las oportunidades que en los problemas. En este sentido plantea que no pueden descuidarse los problemas, pues ponerles atención logra prevenir algún tipo de daño a la empresa; pero son las oportunidades las que dan frutos y permiten nuevos y mejores negocios. Esto va desde luego muy ligado a tener una actitud positiva frente a los cambios.
El séptimo descubrimiento es que los ejecutivos eficaces son capaces de realizar reuniones altamente productivas. Esto es imprescindible, ya que los ejecutivos ocupan al menos la mitad de la jornada de trabajo en reuniones. Una reunión eficaz tiene un formato especial, que incluye desde cómo dirigirla, hasta cómo hacer el seguimiento de los acuerdos. Finalmente, como octavo factor, que casi parece risible, Drucker descubrió que los ejecutivos eficaces pensaban y decían “nosotros” en vez de “yo”. Esto implica varias cosas, como un compromiso fuerte con la organización, así como la capacidad de involucrar a otros.
Como corolario, el gurú termina diciendo que además de estas ocho prácticas, habría una última, y que es “escuche primero y hable después”. Lo cual constituye por lo demás la piedra angular de la comunicación.
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