18 sept 2007

Inteligencia y Personalidad

Para el lego no es fácil diferenciar entre inteligencia y personalidad. Aunque en estricto rigor cualquier análisis que se haga de un fenómeno -incluido el ser humano-, pierde en cierta medida la visión global del mismo, y es de por sí en cierta medida artificioso, pueden encontrarse diferencias importantes entre ambos aspectos, que justifican su análisis por separado.
Para aclarar las cosas digamos que la inteligencia es una capacidad, que involucra el aprendizaje, el pensar en forma racional, el aprender de la experiencia, etc. Habilidades como la abstracción, el análisis y la síntesis, la planificación, etc., son parte de la inteligencia. En realidad cada vez que hacemos trabajar nuestra mente, estamos usando la inteligencia o alguna capacidad asociada. Situaciones como resolver un juego de palabras, una ecuación, jugar ajedrez, analizar una obra de arte, o planificar un trabajo, son buenos ejemplos de esto.
Por el contrario, la personalidad se refiere al modo de ser de cada uno, a la forma típica y cotidiana de reaccionar y responder ante ciertas situaciones, de enfrentar los problemas de la vida, las dificultades y desafíos, de relacionarse con los demás, y de manejar nuestros impulsos, así como nuestras emociones y sentimientos a través del autocontrol. Cuando caracterizamos la personalidad de alguien usamos frases como "extrovertido", "controlado", "amable", "responsable", "esforzado", "maduro", y un largo "etc.". Es decir, en general usamos adjetivos calificativos para definir la personalidad. Cuando hablamos de la personalidad, por lo tanto, hemos incluido el carácter y el funcionamiento emocional.
Ahora bien: ante la pregunta de qué es más importante en la vida, la gente no duda en atribuirle a la inteligencia y las capacidades el primer lugar. Esto es porque la inteligencia se ha sobrevalorado. Pero la verdad de las cosas es que esto es completamente al revés. Más importante es la personalidad que la inteligencia. Si nos vamos al extremo, los psicópatas son justamente sujetos con alta inteligencia, pero con fallas tremendas en su personalidad, que les impiden tener una vida normal.
También hay sujetos muy inteligentes, brillantes incluso, pero neuróticos, o amargados, o alterados, que tarde o temprano tienen problemas serios en su vida; y desde luego, menos posibilidades también de éxito que un sujeto no tan dotado en lo intelectual, pero equilibrado y con una personalidad armoniosa.
En los perfiles laborales comprobamos lo mismo. Una persona equilibrada y armoniosa tiene mayor probabilidad de quedar en un empleo que otra muy inteligente pero desajustada. En el desarrollo de la carrera profesional se repite algo similar, y quienes más avanzan -por lo general- son quienes poseen un mejor perfil de personalidad antes que una gran inteligencia.
Si quisiéramos traducir a cifras esta forma de considerar la inteligencia y la personalidad, diríamos que la personalidad tiene el 60 % o más de importancia para el trabajo y la vida, contra un 40% o menos de la inteligencia.
Por fortuna, la personalidad es un aspecto que puede desarrollarse mucho más que la inteligencia. La inteligencia está más ligada a lo genético, y por tanto puede variar menos. La personalidad en cambio, se ha formado en gran medida a través de la crianza, la educación y el medio ambiente, y esto permite que pueda cambiar y seguir desarrollándose durante toda la vida, lo que puede traducirse en el logro cada vez más completo de la madurez plena, la felicidad y la autorrealización. HBC

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿No crees que la inteligencia está igual de ligada a la crianza, la educación y al medio ambiente como la personalidad?
Hasta donde tengo entendido y he estudiado la personalidad tiene un componente genético, que es el temperamento, al igual que la inteligencia.

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