Un concepto de gran importancia en la psicología, y en la vida cotidiana, es el de actitud. La actitud es una predisposición a pensar, sentir y actuar de cierta manera, y normalmente se califican en positivas, negativas o neutras. Por ejemplo si a una persona no le agrada trabajar, decimos que tiene una actitud negativa hacia el trabajo.
Las actitudes están presentes frente a casi todo; y también hacia las personas. Tenemos actitudes frente al trabajo, a los deportes, a la ciudad, a los extranjeros, hacia ciertas personas, etc. La actitud que tenemos determina la forma en que vamos a actuar frente a esa situación. Si la actitud es negativa frente a la raza negra, lo más probable que esa actitud se traduzca en una discriminación hacia personas de esa raza, lo que puede ser evidente a veces, o bien más disimulado y sutil en otras ocasiones. Las actitudes tienen tres componentes; el primero es el cognitivo, o sea los pensamientos que tenemos acerca de algo. El segundo componente es el emocional, lo que se siente respecto a algo. Y el tercero es el conductual, es decir la forma concreta en la que actuamos frente a esa cosa, persona o situación.
Las actitudes juegan un papel preponderante en nuestras evaluaciones de la realidad. Son bastante permanentes a lo largo del tiempo, y cuesta cambiarlas. Hay varias formas de medirlas; escuchar la opinión de alguien sobre un asunto en particular nos puede mostrar ya cuál es su actitud frente al tema o el hecho. Pero en forma científica debe hacerse por otros medios. El más conocido es la encuesta o cuestionario, el que se puede pasar a varias personas incluso en forma simultánea, y averiguar con bastante rapidez y seguridad sobre sus actitudes. Por ejemplo si se quiere saber la actitud del público frente a una posible nueva ley, una encuesta de actitudes da una medición bastante confiable.
Hay también formas más refinadas, como el uso del polígrafo o detector de mentiras, que son de aplicación más restringida. En uno de esos estudios, a personas que decían que les fascinaba el arte moderno se las hizo ver cuadros famosos con el polígrafo conectado… y el resultado fue sorprendente. La gran mayoría mentía; es decir, aparentaban una actitud positiva hacia el arte moderno para darse importancia, pero su actitud real era bastante negativa.
El tema de las actitudes es de gran relevancia para todos los profesionales que trabajamos con personas y grupos. En una sala de clases por ejemplo, tener grupos de alumnos que tengan actitudes diferentes frente a ciertos temas puede complicar las cosas. O en una empresa, las actitudes negativas de las personas de un departamento frente a otro departamento, puede malograr la necesaria cooperación y sinergia que debería existir, creando problemas. O la simple actitud negativa de algunos funcionarios frente al público puede dañar en forma severa la imagen corporativa.
Las actitudes se forman de varias maneras, y muchas de ellas las formamos ya en los primeros años de vida, en parte por imitación, y en parte porque los adultos de alguna manera se las trasmiten a los niños. Este hecho hace que el cambio de actitudes sea difícil y lento, y ha obligado a los psicólogos y cientistas sociales a crear una serie de técnicas que sean útiles.
En un terreno muy práctico, puede observarse el uso de algunas de estas técnicas a través de la publicidad, que trata justamente de cambiar actitudes negativas hacia ciertos productos o bien generar actitudes positivas frente a productos nuevos que van a salir al mercado. HBC
Las actitudes están presentes frente a casi todo; y también hacia las personas. Tenemos actitudes frente al trabajo, a los deportes, a la ciudad, a los extranjeros, hacia ciertas personas, etc. La actitud que tenemos determina la forma en que vamos a actuar frente a esa situación. Si la actitud es negativa frente a la raza negra, lo más probable que esa actitud se traduzca en una discriminación hacia personas de esa raza, lo que puede ser evidente a veces, o bien más disimulado y sutil en otras ocasiones. Las actitudes tienen tres componentes; el primero es el cognitivo, o sea los pensamientos que tenemos acerca de algo. El segundo componente es el emocional, lo que se siente respecto a algo. Y el tercero es el conductual, es decir la forma concreta en la que actuamos frente a esa cosa, persona o situación.
Las actitudes juegan un papel preponderante en nuestras evaluaciones de la realidad. Son bastante permanentes a lo largo del tiempo, y cuesta cambiarlas. Hay varias formas de medirlas; escuchar la opinión de alguien sobre un asunto en particular nos puede mostrar ya cuál es su actitud frente al tema o el hecho. Pero en forma científica debe hacerse por otros medios. El más conocido es la encuesta o cuestionario, el que se puede pasar a varias personas incluso en forma simultánea, y averiguar con bastante rapidez y seguridad sobre sus actitudes. Por ejemplo si se quiere saber la actitud del público frente a una posible nueva ley, una encuesta de actitudes da una medición bastante confiable.
Hay también formas más refinadas, como el uso del polígrafo o detector de mentiras, que son de aplicación más restringida. En uno de esos estudios, a personas que decían que les fascinaba el arte moderno se las hizo ver cuadros famosos con el polígrafo conectado… y el resultado fue sorprendente. La gran mayoría mentía; es decir, aparentaban una actitud positiva hacia el arte moderno para darse importancia, pero su actitud real era bastante negativa.
El tema de las actitudes es de gran relevancia para todos los profesionales que trabajamos con personas y grupos. En una sala de clases por ejemplo, tener grupos de alumnos que tengan actitudes diferentes frente a ciertos temas puede complicar las cosas. O en una empresa, las actitudes negativas de las personas de un departamento frente a otro departamento, puede malograr la necesaria cooperación y sinergia que debería existir, creando problemas. O la simple actitud negativa de algunos funcionarios frente al público puede dañar en forma severa la imagen corporativa.
Las actitudes se forman de varias maneras, y muchas de ellas las formamos ya en los primeros años de vida, en parte por imitación, y en parte porque los adultos de alguna manera se las trasmiten a los niños. Este hecho hace que el cambio de actitudes sea difícil y lento, y ha obligado a los psicólogos y cientistas sociales a crear una serie de técnicas que sean útiles.
En un terreno muy práctico, puede observarse el uso de algunas de estas técnicas a través de la publicidad, que trata justamente de cambiar actitudes negativas hacia ciertos productos o bien generar actitudes positivas frente a productos nuevos que van a salir al mercado. HBC
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